¿Qué es el BDSM?: El poder de las sumisas

Bueno, todos lo tenemos muy claro, ¿no? En una relación bdsm el poder lo detenta el Amo... ¿o no?.
Pues mi opinión es que no. En una relación bdsm –entendiendo “relación bdsm” no sólo como los juegos propiamente dichos, sino también como la relación que hay entre ambas partes, al margen de los mismos-, el verdadero poder lo tiene la sumisa, pues es quien dicta los límites.

El Amo es quien da las órdenes en los juegos, pero siempre circunscritas a los límites pactados previamente con la sumisa. Dentro de esos límites el Amo tiene absoluta libertad de movimientos, pero no puede saltárselos sin permiso de la sumisa.
Por increíble que parezca, alguna vez me he encontrado con gente que rebatía esto. Según su opinión, el Amo podía hacer lo que quisiera con la sumisa. O sea, me planteaba, con toda la naturalidad del mundo, que el Amo podía hacerle a la sumisa lo que él quisiera sin tener en cuenta si la sumisa disfrutaba de ello. ¿Pero en qué mundo vive esta gente? Por supuesto, no tardé mucho en desmontarle sus argumentos. Para empezar, esta forma de actuar atenta contra la regla del consenso. Por no hablar de que si la sumisa le dice expresamente que no haga algo y él lo hace, estará incurriendo en un delito.

Por otro lado, en una relación bdsm todos vemos claramente que el Amo puede influir en la sumisa, ya que, en cierto modo, el Amo moldea a la sumisa. Sin embargo, también la sumisa influye en el Amo. Por sus reacciones ante los actos de éste, porque es ella la que marca el ritmo de su avance por el camino de su sumisión y entrega al Amo, porque cada sumisa es diferente y, por lo tanto, su entrega es siempre singular y única...

Incluso durante la sesión, la sumisa puede ejercer su poder, ya que, si bien ésta se entrega a su Amo, creo que, al mismo tiempo, ella lo toma a él y lo hace suyo mediante métodos más sutiles: su actitud, sus movimientos, sus gestos, sus gemidos... todo se combina para ejercer el influjo que convierte a la sumisa en el centro de atención del Amo.

Pues sí, ¿para qué lo vamos a negar? Definitivamente, las sumisas son poderosas. Y los Amos nos rendimos ante ellas. Porque sin ellas, perdemos nuestra razón de ser y existir.

Por cortesía de Hellcat: http://masterhellcat.blogia.com

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