Obras Prohibidas - Sumisa de verano I

Era bajita, rubia, de pelo largo y liso. Pintada bastante, pero bien, no exagerado. No tenía enormes tetas, pero tenía un culo perfecto y una cinturita deliciosamente pequeña y estrecha. Era guapa, carita infantil de ojos azules que podría volverse tremendamente viciosa. Una carita ideal para correrse encima. Unos labios finos pero muy flexibles remataban su carita inocente.

Llevaba un vestido largo y ajustado de cintura para abajo, que marcaba la línea del tanga y de su culo mientras dejaba ver una cintura flexible y delgada. No dejaba de pensar en su tanga metiéndose en la raja de su culo y deslizándose hasta su coñito rubio. Una camiseta ajustada que dejaba ver sus hombros y parte de su espalda.

Tardamos un rato en enrollarnos, porque soy tímido y no me lanzaba. Al final, tras estar un rato liándonos, nos fuimos a dar una vuelta. Yo la cogía de la cintura, mientras andábamos y dejaba caer mi manos sobre su cadera. Su perfecto culo hacía una curva con una pendiente justa para que no deslizase.

Llegamos a un rincón algo apartado y comencé a tocarle el culo mientras nos enrollábamos.

Ella se aplastaba contra mi y me rodeaba el cuello con sus brazos mientras me acariciaba la nuca todo el rato. Estoy seguro de que notó mi polla dura contra su cuerpo mientras me pasaba la lengua por el cuello y yo le cogía del culo a dos manos.

Me cogió de la mano y me llevó a un rincón rodeado de árboles, lejos de cualquier mirada nos echamos en la hierba.

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